jueves, 7 de enero de 2010

Chica de hierro

Nunca voy a saber cuando y cómo exactamente apareció. Pero llegó a controlar todos mis actos. Y tiene una voluntad de hierro. Y me tenía sometida a sus caprichos. A no dormir por miedo a que el corazón se pare. A pelear por un kilo menos cada día. Al sudor frío y las lágrimas del vómito, de la soledad, de no querer ver a nadie. A la convicción de que era mi única amiga. De que la gente solamente tiene envidia por el control que yo lograba sobre mi cuerpo, sobre mi cabeza, y ellos no... cuando en realidad ese control era únicamente auto destructivo. Cuando en realidad la felicidad estaba en los demás y no en mi.
Vivía en una batalla campal contra ella, contra la comida, contra mis amigas cada vez más distantes, contra mis viejos cada vez más preocupados, contra un novio que me fomentaba la guerra, contra mi cuerpo...
Levantarme cada mañana a buscarme en el espejo, detrás de ojeras marrones cada vez mas oscuras, de un pelo quebradizo, de mejillas hundidas, de dientes manchados, de costillas muy visibles, de piernas de escarbadientes, de manos huesudas... todos detalles invisibles para mi cerebro que veía lo que ella me obligaba a ver. Y veía también el asco y el rechazo, la lástima y el miedo. Y lo sentía. Como a la soledad.
Detalles incontables de años difíciles, de carácter loquísimo, de lágrimas a montones, de soledades terribles, de sueños rotos, de sufrimiento por todos lados...
Ella siempre fue más fuerte, ella es más fuerte... pero un día decidí ganarle. Y no pude, y sigo sin poder. Pero recuperé cosas de mi vida. Recuperé afectos, recuperé peso, recuperé vida. Me agarré de los brazos que tanto había esquivado, me sigo agarrando. Cada día es una batalla nueva contra ella. Hay días que me gana, como hoy.
Pero hay días que yo soy más fuerte. Sé que voy a convivir con ella el resto de mi vida. Es difícil, mucho más de lo que parece.
Ella es como un fantasma, está en todas partes. Avanza a pasos agigantados, y se come a muchas más chicas y chicos de lo que pensamos. Chicas y chicos que parecen soberbios y felices, pero que gritan por ayudan con toda la fuerza de sus pulmones, de su garganta destruida, de sus almas desgarradas, de sus vidas tristes, por sus propias "chicas de hierro".

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